El psicólogo dispone de modelos explicativos para estos tipos de conducta patológica y de las técnicas adecuadas para su evaluación, diagnóstico y tratamiento. Por lo tanto, intentará ayudar a resolver aquellas dificultades que puedan interferir en el desarrollo de la persona y en sus relaciones interpersonales. De este modo, la figura del psicólogo está especializada en ayudar a las personas que pueden encontrarse en un momento difÃcil de su vida, tienen que enfrentarse a un problema que no saben cómo resolver o presentan un trastorno psicopatológico.Â
Hay que tener en cuenta, que el psicólogo no ha realizado formación universitaria formal en Medicina y que por tanto, en la actualidad todavÃa no puede proceder a la receta de psicofármacos, si bien es cierto que tiene conocimiento de las diferentes tipologÃas que existen y de su efecto sobre los pacientes. Esta información permite al psicólogo complementar el tratamiento y poder proceder a la derivación del paciente cuando lo considere necesario. En la mayorÃa de ocasiones, el psicólogo es capaz de detectar si la medicación recetada por el psiquiatra ha dejado de ser eficaz por el sujeto para controlar y / o estabilizar la sintomatologÃa del trastorno o le genera reacciones adversas. En estos casos, se recomendará al paciente que acuda a su psiquiatra de referencia a fin de que pueda revisarse la medicación actual y proceder si lo considera conveniente, a una nueva prescripción farmacológica.Â
La figura del psicólogo no sólo es útil para ayudar al paciente en momentos crÃticos o cuando hay presencia de un trastorno psicopatológico, sino que también puede proporcionar consejo en momentos puntuales a fin de prevenir futuros problemas. Nunca es aconsejable esperar a llegar a una situación lÃmite para solicitar ayuda profesional. Hablar con un psicólogo permitirá al paciente comunicar sus experiencias, expresar emociones, aclarar el porqué de sus actos y de los demás y recibir consejo y apoyo. El objetivo principal del psicólogo, mediante la psicoterapia, es facilitar a la persona el logro de un estado de bienestar a través de un cambio en su conducta, actitudes y pensamientos.Â
La frecuencia de las visitas también dependerá del tratamiento, los objetivos planteados y de las necesidades de cada persona. En general, la frecuencia suele ser semanal o quincenal. Una vez finalizado el tratamiento, se propondrán algunas visitas de seguimiento (mensuales, trimestrales y / o semestrales).Â
Fase de evaluación: Al comienzo de la terapia, las visitas se programan una vez a la semana, salvo que, por su carácter urgente, necesite dos visitas a la semana. En las primeras 3-4 visitas, nos centramos en explorar los temas a tratar y planificar el tratamiento.
Fase media: Las sesiones se centrarán en identificar como funciones y al cambiar los patrones de conducta que han interferido en conseguir tus metas en diferentes áreas de tu vida. Desarrollarás nuevas habilidades y herramientas para afrontar situaciones de manera más positiva y constructiva. Las sesiones semanales aportan la regularidad e intensidad que fomenta la eficacia de los resultados a largo plazo.
Fase de mantenimiento: Una vez los sÃntomas han ido desapareciendo, las visitas se pueden espaciar hasta una vez cada quincena. Decidimos la frecuencia más adecuada, según tu evolución. El objetivo de este nivel consiste en trabajar aspectos puntuales conforme vayan surgiendo para mantener los logros alcanzados en el curso del proceso y preparar la finalización del tratamiento.
Fase de seguimiento: En la última fase, decidimos la frecuencia de las visitas de seguimiento.Â