EDUCAMOS CON IGUALDAD?
23/03/2020 | Georgina Barceló
Es necesario cuestionar nuestras tradiciones, conductas, lenguaje, consumo y formas de ocio
Antes de responder a esta pregunta, antes que nada deberíamos delimitar qué es la igualdad. Es importante dejar claro que la igualdad no se entiende como la eliminación de las diferencias, sino la ausencia de discriminación por la existencia de estas.
Partimos de la idea de que, seguramente, todos y todas tenemos como objetivo educar en la igualdad, es decir, en promover las relaciones de respeto y la igualdad de género en casa. Y si nos preguntaran si educamos con igualdad, la mayoría de las respuestas serían la de un sí convencido. Creo que hasta aquí podríamos estar todos de acuerdo.
Pero, aún así, la realidad y las estadísticas actuales muestran que todavía estamos lejos de este imaginario. Una muestra de ello es que en datos de este 2020, más de la mitad de las madres dejan el trabajo para cuidar de los hijos y las hijas cuando se enferman. En cambio, los padres lo hacen un 14,3%. También son el 36,4% de las madres que buscan un trabajo con horario parcial para poder cuidar de sus hijos, frente al 15,6% de lo que lo hacen los padres. Y, siguiendo esta línea, un 24% más de madres que de padres el parque a jugar con sus hijos.
La realidad, pues, es que existen ciertos patrones, roles, imágenes y costumbres en las familias que hacen que esta igualdad no siempre sea del todo posible. Dedicar un tiempo para pensar y cuestionar nuestras tradiciones, conductas, lenguaje, consumo y formas de ocio, tal vez nos ayudan a observar nuestras ambivalencias y contradicciones.
Y es que el papel de la familia es clave. Es el primer medio social en que la niña o el niño se desarrollan, por lo que su influencia es muy significativa en la construcción de la identidad. Las expectativas que tienen sus progenitores son determinantes en el futuro de su hijo o hija, y son con las que se inicia el proceso de socialización del género. ¿Se ha cuestionado nunca como operan nuestras ideas preconcebidas y nuestros prejuicios en la educación y co-transmisión de valores? La respuesta es mucho. Y con una mirada de género, también.
Por lo tanto, educar en igualdad necesita que nosotros seamos un modelo de igualdad. También ocurre, por ejemplo, para desmitificar mitos de amor romántico, mientras miramos las por • películas y cuentos que tan gustan nuestros hijos e hijas. Es necesario no asociar ningún juego o juguete con el sexo de nuestros hijos / as y repartir tareas domésticas equitativamente. Hay, también, fomentar la conciencia, expresión y gestión emocional independientemente del sexo.
Y es que educar en igualdad, empieza por educar CON igualdad. Pásalo.
educar en igualdad, empieza por educar CON igualdad