RELACIONARNOS DESDE NUESTRA ESENCIA

¡Qué complicado decir lo que sentimos!

Como si de un acto suicida se tratara en muchos momentos reprimimos nuestras emociones y pensamientos para poder continuar en la estabilidad de la relación con el otro y así evitar el temido conflicto.

¿Qué nos lleva a dejar de expresar? Cuando somos pequeños no hay filtro para estas cosas; vamos por la calle y preguntamos por qué el señor de enfrente pone cara de enfado o porque la señora de enfrente lleva peluca, y no nos importa si éstas lo oyen.

Ojalá en la edad adulta pudiéramos seguir expresándonos siendo fieles a nuestra esencia.

En las terapias de Psico2 el tema estrella es éste, cómo poder comunicar, cómo decir sin hacer daño al otro, cómo centrarnos en nosotros diciendo NO sin crear un cataclismo…

¡Ah la comunicación! No me gustaría caer en las típicas frases que nos proponen usar la  asertividad y no acaban de abrirnos a las emociones. Van bien, sí, ¡pero hablemos claro! Comunicar desde el corazón trae problemas, sí! Podemos tragarnos un manual de buena praxis en oratoria, respirar, hacer la técnica del bocadillo, ser empáticos, lo que queramos. ¡Pero señores, decir lo que pensamos y sentimos producirá efectos en la otra persona! Se pueden molestar, enfadar, sentir dolidos y un largo etcétera. De esto va la vida ¿no? De resolver, de reparar, de negociar, de compartir lo que nos ocurre, de preguntar, en definitiva, de intentar entendernos.

Cuando queramos comunicarnos es interesante sentirnos seguros con nuestro mensaje, calmados, ponernos en el lugar del otro y también debemos tener claro que puede salir mal o de una manera que no nos haga sentir cómodos y eso forma parte del proceso. No se pueden controlar las emociones, pensamientos y reacciones de los demás y muchas veces cuesta aprender.

Sostener el conflicto no es tarea fácil, ¡vaya, al menos para mí! Abrazarlo, respirar las emociones negativas que me hace sentir, ponerme en el lugar del otro y aceptar que la otra persona se puede molestar, me ayuda a llevarlo mejor.

Dejemos de imaginarnos una vida en la que las personas nos entendemos SIEMPRE, nos respetamos y hacemos las cosas a la perfección. La aceptación comienza a ser urgente para poder educar a nuestros hijos a bailar en la discusión y sostener lo que comporta estar en ella.

Alba Sabaté Olius